LA OBRA DE BENLLIURE

Una de las figuras más prolíficas del arte español en los últimos 100 años.

Con su obra Benlliure se convirtió en notario de uno de los períodos más intensos y convulsos de la historia de España (la I República, la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera, el reinado de Alfonso XIII, la II República, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco) ya que con su espátula modeló a los personajes y monumentos más importantes de la sociedad de su tiempo.

Sus primeros años

Como artista de predisposición autodidacta hay que destacar su precocidad y versatilidad

La formación pictórica del padre influyó en sus hijos. Todos ellos se decantaron por la pintura, menos el pequeño Mariano, que desde muy niño mostró gran interés por la escultura. Sus inicios artísticos se limitaron a pequeñas obras realizadas con materiales pobres, como la cera. En 1876 se presenta a la Exposición Nacional con la obra Cogida de un picador. En 1877 por motivos de trabajo de su padre tuvo que residir un año en Zamora ejecutando con tan sólo 16 años el grupo de Jesús descendido para la Semana Santa; la obra fue realizada en la habitación de su casa y una vez fue terminada, se tuvo que tirar la pared para sacar las figuras.

Roma y París

En estas ciudades entró en contacto con las influencias de los artistas europeos del Renacimiento y el Barroco; así como con las tendencias contemporáneas, siendo Rodin quien más influyó.

El período vivido en estas dos ciudades resulta, pues, determinante; Benlliure en lo personal, así como en lo profesional sufre grandes transformaciones mientras se encuentra en el exterior. Desde entonces es posible ver en Benlliure obras verdaderamente osadas, donde las composiciones estáticas y tranquilas propias del Renacimiento, van dejando paso a los forzados escorzos y gestos de dolor típicos del Manierismo y el Barroco. El tratamiento de los pliegues de las ropas, así como el gusto por el detalle en los retratos que realiza, delatan la influencia de la escultura retratística romana. De todas maneras, Benlliure estuvo en contra del academicismo y no se puede encuadrar en ninguna corriente.

La influencia de la formación pictórica herencia de su familia es una afirmación generalizada entre los críticos de arte.

Este hecho permite decir que Benlliure pintaba con mármol o bronce. Por otra parte, las tendencias escultóricas de finales del XIX, derivan hacia un gusto por lo inacabado, por lo abocetado, ya que traduce mejor el primer impulso creador del artista, sin embargo, Benlliure se muestra contrario a esta vía. La plasmación minuciosa de todos los detalles también tenía orígenes pictóricos. Benlliure supo combinar los pedestales con las obras propiamente dichas, jugando con los colores y formas para lograr la armonía entre ambas partes. De hecho, su actividad artística no se limitó a la escultura, son numerosísimas las realizaciones pictóricas logradas con las más diversas técnicas, desde el óleo sobre lienzo hasta la acuarela, pasando por el pastel, el gouache…

Mariano Benlliure trabajó con igual maestría: el bronce, el mármol y la madera, además de la cerámica.

La temática de su obra es muy variada, yendo desde temas religiosos hasta otros totalmente profanos, pasando por el retrato, los encargos de esculturas monumentales, las medallas y las obras de género (tauromaquia, bailaoras…). La realización de la escultura monumental y los retratos resultó fundamental, ya que le proporcionaron gran relevancia. Su obra religiosa, aunque importante, nunca fue la más abundante; tan sólo después de la guerra, cuando los encargos de ciudades que habían perdido sus imágenes religiosas, Benlliure se volcó en la realización de pasos de Semana Santa, destacando los realizados para ciudades como Zamora, Cartagena o Crevillent.

La obra que le abrió las puertas del mundo del gran arte fue “Accidenti“, en la que representaba a un monaguillo que se lleva el dedo a la boca tras haberse quemado con el incensario; esta ejecución fue enviada a la Exposición de Bellas Artes de Madrid de 1884 y obtuvo la primera medalla. Otras obras de estos años, con las que obtuvo premios importantes son la Estatua al Beato Juan de Ribera, el Monumento al Marqués de Campoo el Panteón de Julián Gayarre. Con esta última obtuvo un Premio de Honor en la Exposición Universal de París de 1900 junto con Joaquín Sorolla, grandes amigos, motivo por el que fueron nombrados hijos predilectos de Valencia.

La restauración monárquica trajo consigo un programa de ornamentaciones urbanas, donde Benlliure se prodigó en abundancia, hasta el extremo de que no es exagerado calificarlo como el escultor de Madrid. La obra más célebre es el Monumento a su Majestad el Rey Alfonso XII del Parque del Retiro.

A finales de siglo tiene lugar el fin del colonato español en ultramar, donde los militares son protagonistas muy activos de la vida política española; además se consolidan las repúblicas iberoamericanas. Todo ello es plasmado con gran maestría por este escultor gracias a los encargos oficiales que recibía. Los monumentos a los generales Martínez Campos, Polavieja, Weyler, así como los que se pueden ver en numerosas plazas de Argentina, Lima o Panamá a Irigoyen, al General San Martín o a Simón Bolívar, son ejemplos de ello.

Otros monumentos importantes son el de Isabel la Católica (Granada), Goya (Madrid), Antonio Maura (Palma de Mallorca) y Viriato (Viseu- Portugal).

A partir de la proclamación de la II República, los encargos oficiales se estancaron y Benlliure se dedicó a realizar encargos privados de retratos y mausoleos. Las obras de esta temática que realizó a lo largo de su vida y merece la pena destacar son: los retratos de Alfonso XIII, Alejandro Lerroux y Práxedes Mateo Sagasta, ambos presidentes del Gobierno, Marqués de Urquijo; y los mausoleos de Canalejas (Madrid) y Dato (Vitoria), ambos también presidentes del Gobierno, Joselito (Sevilla), Blasco Ibáñez (Valencia), Marqués de Cerralbo (Ciudad Rodrigo, Salamanca), Vizcondesa de Termens (Cabra, Córdoba), y muchos más.

Significativas son las obras de temática variada y obras de género como La Bacanal, la decoración del Palacio Bauer, El Coleo, De Salida… Por último, están las obras religiosas que modeló en su última época como La Redención de Zamora, El Cristo de la Expiración de Málaga, El Beso de Judas y El Nazareno del Prendimiento de Cartagena, La Santa Faz del Cabañal o El Ecce Homo de Pamplona.

Reconocimiento profesional

Su personalidad artística hizo que estuviera vinculado a la vida institucional del momento y desempeñó varios cargos públicos.

Ejerció durante dos años (1901-1903) la dirección de la Academia Española en Roma, fue director del Museo de Arte Moderno (1917-1919), Director General de Bellas Artes (1917-1919). Asimismo, recibió la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica (1890), fue Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1897), Académico de Mérito de la Real Academia de la Belle Art doni Sant Lucca (1899), Comendador de la Orden de la Corona de Italia (1902), miembro de la Hispanic Society of America, poseedor de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1944) y otros muchos.