Los 90

Ampliando el patrimonio

Desde los años 90 el patrimonio arqueológico crevillentino se acrecentó sobremanera.

Por un lado, el proyecto de investigación en el yacimiento de la Canyada Joana forma parte de una lista de yacimientos al Sur del actual casco urbano descubiertos en los años 80, entre los que se encuentran los de l’Arquet, el Derramador y la Deula.

El Servicio de Arqueología Municipal entre 1989 y 1990 llevó a cabo unas prospecciones en el lugar, además del estudio de todos los materiales recuperados en superficie. Asimismo, se contaba con el estudio de los bronces fenicios del Camí de Catral y la Canyada Joana de Alfredo González Prats y con unos pequeños sondeos realizados también por Alfredo González y Elisa Ruiz con ocasión del trazado de la actual Autovía A7.

Estos estudios documentaron escasos restos prehistóricos y protohistóricos, completados con los de las excavaciones posteriores, pero sobre todo un voluminoso conjunto, en su mayoría cerámico, que corresponde a la época Romana, prácticamente desde sus inicios, siglos II-I antes de nuestra Era, hasta el período tardorromano, siglo VI.

Las considerables dimensiones del asentamiento y esa amplitud cronológica en la época Romana, sirvieron como fundamento para el inicio de un proyecto de investigación arqueológica que se inició en el año 1990. Este proyecto tiene como objetivo ampliar conocimientos sobre el Ager Ilicitanus y contribuir a estudiar la conexión entre el mundo tardorromano y el islámico en el marco de las recientes investigaciones de este momento histórico en las comarcas meridionales valencianas.

Desde una perspectiva más local, estas investigaciones ayudan a mejorar la visión del poblamiento de Crevillent, pues en aquel entonces se conocía con bastante precisión sólo en la zona montañosa.

 

Hasta el presente se han realizado tres campañas de excavaciones en 1990, 1991 y 1996, excavando un total de 952’75 m².

Los restos más importantes se descubrieron en tres zonas:

  • Sondeo 3. Donde se han documentado dos estancias angulares de carácter doméstico.
  • Complejo Torcularium. Un gran edificio destinado a la producción de aceite “almazara”
  • Edificio de cabecera semicircular. Consta de varios compartimentos, destacando el central de mayores dimensiones con una cabecera semicircular.

 

En 2007 se llevaron a cabo unos sondeos que delimitaron la villa por el Norte, lo que demuestra que el Torcularium se localizaba en el área perimetral.

Completa la lista de actividades en torno este yacimiento la exposición bajo el título «La Canyada Joana: Un Ejemplo de la Vida Rural en Época Romana».

Otras investigaciones se han encaminado al estudio de los materiales más importantes del museo. En este sentido, hay que volver a citar el estudio sobre el Tesorillo de Denarios de Cachapets, los bronces fenicios del Camí de Catral y la Canyada Joana y el de la necrópolis de les Moreres, parte de cuyos materiales de este importante yacimiento, en concreto las campañas de excavaciones de 1991 y 1993, se encuentran depositados en el museo.

Hay que destacar las referencias a los materiales también de les Moreres que después formarían parte de este museo, incluidos en el estudio que sobre el Horizonte Campaniforme de Transición realizara Bernabeu Aubán.

Otros materiales estudiados son los utilizados en actividades textiles de los yacimientos de les Moreres, el Castellar, Penya Negra, el Forat Oest y el Frare; los inventarios numismáticos, tanto islámico como el general, presentados al III Jarique de Numismática Hispano-Árabe y al IX Congreso Nacional de Numismática respectivamente; la colección de moldes de fundición del Bosch presentados asimismo en el XXIII Congreso Nacional de Arqueología; y la metalurgia prehistórica de los yacimientos de les Moreres, Pic de les Moreres, Penya Negra, Ermitetes y el Bosch, recogidos en la tesis de José Luis Simón García. Finalmente están las publicaciones de yacimientos inéditos o casi inéditos del Puntal y les Codolles, y los resúmenes de las “excavaciones de salvamento”.

No se deben olvidar otros estudios que, sin referirse expresamente a materiales del museo, son fundamentales para el conocimiento de la arqueología crevillentina. Citar el pionero trabajo de Gozálvez Pérez que supuso una primera aproximación a la evolución del casco urbano; a este trabajo le han seguido otros como los de Julio Trelis Martí y Josep Menargues Giménez. 

Las excavaciones iniciadas en la Ratlla del Bubo en 1984 permitieron evaluar la importancia del yacimiento, como se atestigua en la comunicación presentada al congreso Aragón/Litoral Mediterráneo Intercambios Culturales durante la Prehistoria y el estudio sobre el hogar de los niveles solutreogravetienses y su contexto arqueológico, todos citados anteriormente. 

 

Otro estudio que da a conocer diversos materiales paleolíticos recogidos en superficie de la Cova del Xorret es el de Serna López, el cual motivó unas campañas de excavaciones codirigidas por el investigador mencionado y Begoña Soler Mayor, con el objeto de obtener una secuencia estratigráfica que permitiera contrastar la información.

La ocultación monetal de la Deula fue un estudio que confirmó la riqueza numismática de esta zona en Época Romana con los antecedentes de la Fonteta del Sarso y Cachapets.

De la Edad Media es también muy importante la tesis de Sonia Gutiérrez Lloret, donde incluye el yacimiento del Forat Oest en su catálogo de yacimientos con los que explica el tránsito del mundo romano al medieval en lo que denomina Cora de Tudmir –a grandes rasgos lo que hoy son las provincias de Alicante, Murcia y Albacete–. 

Los restos conservados de ingeniería hidráulica, cuyo origen se remonta a la Época Islámica y han estado en permanente uso hasta hace escasas décadas, siendo de un interés extraordinario, de ahí que los estudios de la “Font Antiga”, donde se comparan con los de Granada, Mallorca y Próximo Oriente. Formando parte de este sistema hidráulico hay un acueducto, conocido como Els Pontets, que es la construcción más emblemática en el Sierra de Crevillent. Existe otro estudio sobre los restos del Barranco de San Cayetano y La Algüeda, este último en término de Albatera. 

La tradición artesanal del esparto y el cáñamo, origen de la actual industria alfombrera, ha dejado importantes vestigios de lo que se denomina “arqueología industrial”, de los cuales se han hecho eco las publicaciones locales y estudios más complejos, entre los que están un resumen del catálogo de instalaciones dedicadas a estas actividades presentado al I Congrés d’Arqueologia Industrial del País Valencià y el Trabajo de Final de Carrera de Arquitectura Técnica sobre la “fàbrica gran”, instalación fabril que data de 1823. Guarda relación con lo anterior la peculiar forma de hábitat en cuevas de Crevillent, el cual ha conformado varios barrios trogloditas al Norte del casco urbano con cerca de 700 cuevas habitadas hoy en día, fenómeno que ya fue estudiado por V. Gozálvez Pérez y más recientemente por J. A. García Aznar y J. López Davó, con interesantes aportaciones desde el punto de vista de las técnicas y las lesiones constructivas. 

Por último, como arqueología y paleontología siempre se han tendido a vincular, sería una pena que se omitieran de esta selección los estudios que se han realizado de los restos excavados del Mioceno Superior en torno a los parajes del Pantano, la Garganta, los Orones y el Castro, célebres en toda la bibliografía europea, así como la “Colla Colorà” y el Raig.