Asentamiento neolítico, datado entre finales del V e inicios del IV milenio a.C. Este asentamiento domina unas tierras muy aptas para la práctica de una agricultura incipiente, utilizando principalmente el agua del barranco del Bosch y un poco más alejado el humedal del Hondo, de donde obtendría además otros recursos a través de la caza, la pesca y la ganadería.
El exiguo material cerámico recuperado, la ausencia molinos de piedra y otros útiles de piedra pulida, sílex, fauna y malacofauna, y el escaso número de estructuras que ha llegado a nuestros días, unido a su estado de conservación, no permiten establecer demasiadas precisiones sobre su entidad. Habría que resaltar, eso sí, la presencia de una pieza de telar que nos daría la primera evidencia en la zona de trabajo textil. Esta mínima presencia de material nos indica que estamos fuera de la zona de hábitat, habiendo documentado fosas de combustión, de almacenaje y otras que probablemente hicieran una función intermedia entre ambas. Lo cierto es que las medianas y pequeñas terminaron siendo vertederos.
De todo este pequeño lote de materiales, y dejando aparte las cerámicas con decoración peinada y esgrafiada que nos han permitido encuadrar culturalmente el asentamiento, la pieza quizás más destacable sea el recipiente de barro cocido de uso muy probablemente multifuncional.
Nos es imposible determinar la duración de la ocupación del lugar y mucho menos conocer si las fosas estuvieron en uso de forma simultánea. No se puede decir nada sobre la posible estacionalidad del asentamiento, ampliamente confirmado para las comunidades neolíticas con relación a toda una serie de actividades agropecuarias y de aprovechamiento de las zonas húmedas que realizaban en las diferentes estaciones del año. Nada se sabe tampoco de la ocupación de las cuevas como lugares de hábitat, enterramiento o rediles, vinculadas con los hábitats al aire libre, como ocurre en otros lugares del Vinalopó, Alicante y por supuesto en el Norte de la provincia.
Por desgracia, la muestra de una semilla de trigo –la única conservada– analizada por el método de C14, ha dado una cronología perteneciente al Bronce Antiguo y por tanto no se ha tenido en consideración.
Los restos vegetales carbonizados –tomillo, lavanda, acebuche, pino salgareño, lentisco y roble– nos remiten a paisajes de tipo subárido, que se desarrollarían entre la Vega Baja del Segura y la sierra de Crevillent.
En definitiva se trata de un enclave más que viene a confirmar la paulatina expansión neolítica desde el Norte de la actual provincia de Alicante hacia el Sur, en busca de la explotación de nuevas tierras, siguiendo el curso del río Vinalopó.